Un estudio profundo del Libro de los Proverbios, especialmente en los primeros nueve capítulos, nos permite descubrir un maravilloso tesoro de sabiduría práctica que Salomón nos entrega, y que nosotros podemos compartir con nuestros propios hijos y nietos, colegas en el ministerio y cualquier otra persona que quiera escucharla. Esta es la conclusión respecto al libro de Proverbios: Las palabras, por muy sabias que sean, no tienen efecto si no son recibidas por corazones dispuestos.

Los israelitas, como Salomón, consideraban que el corazón era la fuente de vida de una persona y el centro de las decisiones y las emociones. Al igual que nuestro corazón físico que bombea sangre para mantener nuestro cuerpo vivo y en funcionamiento, nuestro corazón espiritual envían mensajes que definen nuestro comportamiento. Como enseñó Jesús, lo que está en nuestro corazón es lo que sale de él, sea bueno o sea malo.[i]  Si el corazón de alguien está dispuesto a escuchar y aprender sabiduría, entonces hay esperanza de crecimiento. Pero si en el corazón hay orgullo y rebeldía, no habrá suficientes proverbios en el mundo que cambien el resultado de esa vida.

Una y otra vez, Proverbios relaciona la sabiduría divina con la condición del corazón de una persona. Salomón explicó que la sabiduría entra en el corazón,[ii] la guardamos en el corazón[iii] y la escribimos en lo más profundo del corazón.[iv]  El Señor es quien examina el corazón de las personas,[v] y como «el rostro se refleja en el agua, el corazón refleja a la persona tal como es».[vi]

Las enseñanzas sabias son útiles, pero no tocarán nuestra conciencia a menos que nuestro corazón cambie. De hecho, necesitamos un drástico trasplante de corazón —del tipo que sólo sucede con la salvación a través de Jesús— cuya sabiduría divina es infinitamente superior a la de Salomón.[vii]

Ya todos sabemos que las buenas noticias del evangelio no se conocían en los días de Salomón, aunque el pueblo de Dios sí entendía el arrepentimiento, la expiación y la santidad. Pero hoy los creyentes del nuevo pacto tenemos el privilegio de conocer a Jesús. Cuando nacemos de nuevo, Él nos hace completamente nuevos, nos cambia de adentro hacia afuera. ¡Sí! Él comienza con el corazón.

Mientras aprendemos de Proverbios y asimilamos la sabiduría que encontramos allí, ruego que todos tengamos un corazón dispuesto a escuchar y a adaptarse. Sólo así podremos «[entender] el misterioso plan de Dios, que es Cristo mismo. En él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento». [viii]